Los proyectos iban creciendo y buena parte de ello se debía a las charlas y proyecciones que iba viendo en el Grupo Montañero Vetusta mediante las que aquellos horizontes idealizados que había descubierto en el libro que me había regalado mi padre, veía que eran reales y que estaban ahí mismo, casi al alcance de la mano.
Las salidas al monte realizadas hasta comienzos de este año en compañía de mis amigos, no solo habían resultado unas extraordinarias experiencias sino que nos habían ido abriendo posibilidades que en este año se concretarían. Las primeras salidas "serias" de mas de un día; los parajes netamente calizos; los primeros "dosmiles"..... poco a poco iríamos adentrándonos en esa peculiar relación que nos hace sentir la necesidad de "ir al monte", de disfrutar con las vistas abiertas contempladas desde las cumbres; iríamos cambiando a nuevos escenarios, mas agrestes, mas imponentes que a su vez reforzarían la afición por La Montaña.
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